Por Mayte Gallego Ergueta, presidenta de Femaden, patrona de la Fundación CERMI Mujeres y vicepresidenta de Aspaym Madrid y CERMI Comunidad de Madrid.
Cuando echamos la vista atrás, vemos cómo está empezando a dar frutos toda nuestra lucha emprendida en años anteriores. Si me remonto a finales del año 2019, por primera vez una mujer con discapacidad leía el manifiesto contra la violencia de género en la Puerta del Sol, ante miles de personas. En noviembre estábamos yendo 50 mujeres a Navarra desde Madrid, al III Foro Social de Mujeres y Niñas con discapacidad de la Fundación CERMI Mujeres y un buen número no había podido acudir con el resto por falta de aforo.
El 8 de marzo, ya éramos más de un centenar, las mujeres con discapacidad que participábamos en la manifestación. Y ahí se vio cómo aquellas mujeres que habíamos sido invisibles, incluso para el movimiento feminista, dejamos de serlo y empezaban a dar frutos los años de trabajo y de abrirnos hueco entre ellas.
Y de repente viene un virus, imperceptible y nos rompe como sociedad y como mundo.
Y ahí volvemos a ver que somos las mujeres las que estamos en primera línea de esta pandemia y que la igualdad y el reparto de tareas con la COVID no han sido nada efectivos y al final han recaído en ellas, como siempre, todos los cuidados esenciales.
Ante esta nueva situación, nosotras también estamos en primera línea, a pesar de haber sido cuestionadas nuestras capacidades en muchas ocasiones, porque hemos tenido que cuidar de nuestros ascendientes y descendientes y de nuestros sobrino/as.
Frente a la reconstrucción, uno de los valores principales que tenemos que seguir con ello es la unidad. Esa unidad, donde cada vez más mujeres se unen a ella.
Tendremos que ser capaces de hacer estrategias que no nos hagan más desiguales, a los hombres y a las mujeres con discapacidad y que estas estrategias estén atravesadas por una perspectiva de género.
Tendrán que contar, desde las administraciones y nuestras entidades, con nosotras y deberemos tener un papel muy importante en ello.
Somos las propias mujeres con discapacidad las que tenemos que alzar la voz y decir lo que necesitamos, porque tenemos mayor riesgo de exclusión y aunque algunas personas lo nieguen, estoy convencida que es por ignorancia, porque la desigualdad por género es algo que no tiene discusión en los tiempos en los que vivimos.
Gracias a nuestra unión y trabajo hemos sacado adelante hitos importantes demandados por el movimiento feminista de la discapacidad. No puede haber ni medio retroceso en aquello que habíamos conseguido y para eso estamos nosotras.
Las mujeres con discapacidad tenemos algo que es estupendo y es que somos muy fuertes y tenemos una gran capacidad de resiliencia, es decir, de afrontar situaciones que nos desbordan con ayuda de otras mujeres. Y hablamos más entre nosotras y eso nos sirve de apoyo.
No somos lo que logramos, sino todo aquello que superamos.
Unámonos para tener más fuerza, en torno al movimiento CERMI y sus entidades.
De unidad sabemos mucho las mujeres, de alianzas, de solidaridad femenina, en definitiva, de sororidad.
El futuro no es muy esperanzador. Vendrán días duros y difíciles y me imagino que como siempre seremos las más afectadas y excluidas dentro del grupo de los más vulnerables. Pero estoy convencida que nuestra unión será la fuerza para que salgamos adelante, ayudándonos unas a otras junto a las profesionales que están ahí también y con el conocimiento entre mujeres para construir un mundo más inclusivo, y por ende mejor.
Este paso será lento, pero con decisión. Y ahí estaremos vigilantes y unidas, para que ninguna de nosotras se quede atrás.
Recordad: no estáis solas.
Fuente: boletingenerosidad